Relato de una ruta por escuelas de los Andes

Pilar Muñoz de Aulas Abiertas en la escuela de Buenos Aires en PerúEste año visitar Ramoscucho fue un poco  más complicado que otras veces porque la carretera hasta Celendín está en obras y la distancia que debería recorrerse en tres horas  se hace en cinco o seis dependiendo de las veces que nos obliguen a parar.

Salimos de Cajamarca a las dos de la tarde para llegar a Celendín a dormir. Al día siguiente por la mañana nos levantamos a las cinco y comenzamos la subida hacia Ramoscucho.

La primera parada la hicimos en la escuela Nueva Alianza. Aquí como en Buenos Aires ha empezado a funcionar el comedor  en el mes de marzo, al inicio del curso escolar.

Niñas peruanas de la sierra de Los AndesEn cuanto paramos el coche delante de la escuela, los niños salieron para saludarnos. Es una escuela pequeña a la que acuden solamente 35 alumnos de diferentes edades comprendidas entre los cuatro y los trece años.

El profesor nos agradeció nuestra ayuda y nos comentó la mejoría que los niños están experimentando en su salud y en su rendimiento académico.

Pilar Muñoz de Aulas Abiertas con madres de alumnosPudimos charlar un rato con ellos y también con las mamás a las que les tocaba preparar la comida ese día. Todos están felices de que llegue hasta allí nuestra ayuda  y me piden que transmita su agradecimiento a todos los amigos de Vigo.

Pancartas de agradecimientoContinuamos subiendo hasta llegar a los 3.200m donde se encuentra la escuela de Velázquez. Aquí nos esperaban con banderas de España y Perú y un montón de poesías y canciones en las que  también agradecían nuestra ayuda.  En esta escuela 80 niños comen diariamente gracias a nuestro apoyo.

Como recordaréis, estamos en los Andes así  que nuestro camino para llegar a  Ramoscucho sigue ascendiendo hasta los 3.500m de altitud.

Nos encontramos con César, el director, con los profesores y con los papás que también habían llegado a la escuela para saludarnos. Hubo saludos, canciones y “Huaynos”, baile típicos de la región de Cajamarca, para agradecernos nuestra ayuda.

Nos quedaba todavía visitar Buenos Aires donde debíamos almorzar y continuamos nuestro camino.

Buenos Aires está a 4.000 m de altitud y allí parece que podemos tocar las nubes con facilidad.

A punto de llegar, en el camino, nos dieron la sorpresa de esperarnos todos los padres, alumnos y profesores con la banda de música y banderas de España y Perú a ambos lados del camino. Estaban felices. Para ellos que viven en un lugar raras veces visitado, era una alegría poder recibirnos.

Como era ya bastante tarde, nos dirigimos al lugar donde íbamos a comer y todos los niños, profes y padres, nos acompañaron y comieron con nosotros.

Niña peruana con la bandera españolaNos sirvieron arroz, “papas cocidas” pollo y queso recién elaborado. Como podéis imaginar un almuerzo como este proporciona energías necesarias para un montón de cosas entre las que está el bailar a pesar de la altura, cantar y celebrar con todas las familias este día diferente para todos.

He conocido distintas historias que os iré contando y me he sentido feliz por tener la ocasión una vez más, de comprobar que nuestros esfuerzos en Vigo tienen resultados estupendos a diez mil kilómetros de distancia. Los niños sonríen y esta es la mejor recompensa. Gracias.