Primera parada: La Florida

Tras aterrizar en Cajamarca, mi primera parada ha sido la Florida, un pueblito a 330 km de la ciudad, donde mantenemos el comedor de una escuela pública.

El camino hasta allí es precioso y además las carreteras han mejorado. La primera vez que fui, tardé doce horas en coche. Me llamó la atención que ninguna de las voluntarias locales supiera la distancia que había en km, sino que la medían en horas que se tardaba en llegar al destino.

                                                                                                                                                                             El número de km era solo orientativo ya que, debido                                                                    al mal estado de las carreteras, se tardaban muchas más horas de lo que hubiera sido habitual.

Me alegró comprobar que en esta ocasión pudimos hacer el camino en siete horas. El paisaje es precioso, con una vegetación de diferentes tonos de verdes, bambús que aquí  llaman Guayaquil, plátanos, café etc. La Florida está a solo 1.000m de altura sobre el nivel del mar y su clima es cálido.

De los 200 alumnos que tiene el colegio, 100 de ellos asisten a nuestro comedor cada día, procedentes de las familias más pobres y que viven más lejos de la escuela.

Los niños me recibieron como siempre con canciones, poesías etc. Estaban contentos y me hicieron sentir estupendamente, como en mi casa.  Algunos quisieron dar las gracias al proyecto y prepararon pequeños discursos que quieren que yo haga llegar a todos los amigos que los apoyan. Sus papás también me piden que agradezca  la ayuda que les estamos prestando y todos dicen que desde que el comedor funciona notan a sus hijos más estudiosos y con mejor salud.

Después de visitar el colegio, a la una nos fuimos al comedor, que sigue estando al aire libre ya que no han conseguido fondos para construir un espacio. Las mamás y los papás  que estaban de turno de comedor esta semana, nos prepararon una sopa de fideo y un pollo guisado que estaba estupendo.

Después de la comida también alguno quiso mostrar su agradecimiento cantando canciones típicas de Cajamarca. Santos Malca, la profesora encargada de ayudarnos para que este comedor funcione nos acompañó todo el día y nos explicó las dificultades de estos niños que caminan horas diariamente para llegar al colegio. He grabado algunas imágenes y espero poder compartirlas con vosotros muy pronto. Un abrazo.