La ayuda llega a Ramoscucho

Este año, como ya os contamos, la visita a Ramoscucho se complicó por los problemas y enfrentamientos que hubo en Celendín, entre la población (en su mayoría contraria a la explotación de la mina de oro en Conga) y la policía y el ejército.

Al igual que Cajamarca, el pueblo estaba en estado de emergencia y los niños no acudían a clase desde hacía un mes. Por tanto no era posible visitar el comedor que ha comenzado a funcionar este año gracias, en gran parte, a lo recaudado en la subasta benéfica de dibujos de famosos que organizamos en mayo.

Después de muchos días de espera, Marta Morán, la responsable del comedor de Ramoscucho, nos llamó para decirnos que por fin las clases se reanudaban y que podíamos hacer la visita. Ese mismo día a las tres de la tarde salí para Celendín. La carretera está en muy malas condiciones pues están arreglándola pero después de cinco horas llegamos a Celendín.

Marta nos acompañó a dar una vuelta por la plaza de armas y pudimos comprobar cómo el ejército todavía la vigila desde las cuatro calles que dan acceso a ella. Me impresionó ver cómo en las puertas de la mayoría de las casas del pueblo, se enciende una vela al anochecer para recordar a las cuatro personas que fallecieron luchando por el agua que ellos consideran su principal bien por encima del oro. Todavía hay mucho dolor y será difícil que olviden lo vivido.

Al día siguiente, tempranito, salimos de casa con dirección a Ramoscucho. El pueblo se encuentra a más de 3.000 m. de altura y para llegar se deben recorrer 60 Km en aproximadamente cuatro horas por caminos muy estrechos, trochas, bordeados en muchas ocasiones de grandes precipicios que, aunque peligrosos, permiten disfrutar de una belleza increíble.

Por fin llegamos a la escuela donde no nos esperaban pues no hay cobertura ni luz eléctrica por lo que nos fue imposible avisar de nuestra llegada. Los niños salieron rápidamente de sus aulas para saludarnos y para los profesores también fue una gran alegría. Nos invitaron a comer y pudimos compartir el almuerzo preparado para ese día que consistía en arroz con patatas y pescado seco salado guisado.

Nuestro comedor atiende actualmente a 80 alumnos de Primaria, y los profesores nos cuentan que, como en las otras escuelas donde tenemos comedores, a los alumnos se les nota una gran mejoría no solo en su salud sino también en su capacidad de estudio y trabajo diario. Todos agradecen nuestro esfuerzo y nos invitan a los amigos de Vigo a visitar Ramoscucho y conocer el proyecto.

Después del almuerzo, me invitaron a conocer las aulas de Educación Inicial y Secundaria que todavía no tienen comedor y también las otras dos escuelas de Primaria que pertenecen a la misma Red de Ramoscucho. En total son doscientos alumnos más que nos piden también ayuda. Yo expliqué la situación económica que vive España actualmente y ellos lo comprenden y no insisten pero me despiden diciendo que rezarán mucho por nosotros para que nuestra situación mejore y nos acordemos de ellos que no están pasando por una crisis económica pues siempre han vivido en ella.

Me despido hasta el año que viene y me traigo conmigo su agradecimiento por lo que hacemos, su esperanza por lo que todavía podamos hacer y todos sus buenos deseos para nosotros. Un abrazo.